Una pasión que traspasa fronteras.

viernes, 27 de mayo de 2011

SIMPLEMENTE JOSÉ RAMÓN SANDOVAL

Se llama José, pero no se apellida Guardiola ni Mourinho. Sin embargo, comparte con ellos en que también es entrenador de fútbol y que también ha llevado a la afición de su equipo a celebrar un triunfo. Este no tiene la importancia de la Liga ni la relevancia de la Copa, como su equipo no tiene el “glamour”, dinero y nombres de los dos colosos del fútbol español. Quizás por esto su mérito sea mayor, ya que ha conseguido que un equipo humilde como el Rayo Vallecano vuelva a luchar contra los gigantes la temporada que viene. Buscaba un titular impactante para este artículo sobre Sandoval, pero en ocasiones lo mejor es lo más sencillo.


José Ramón Sandoval al frente del banquillo del Rayo Vallecano.
Foto: Marca.com



Aún recuerdo aquella trágica temporada 2003/04 en la que vi al Rayo Vallecano bajar a Segunda División “B” cuando apenas dos años antes estaba ganándole al Girondins de Burdeos en la Copa de la UEFA.

Tiempos duros y difíciles en los que parecía que la salida del túnel era imposible de encontrar y en las que volver a pensar en Primera División era simplemente utópico. De hecho, comenzó a plantearse el hecho de que ni siquiera fuera posible volver a ver al Rayo por las enormes deudas que amenazaban con provocar su desaparición.

Aquella campaña, José Ramón Sandoval Huertas (nacido el 2 de mayo de 1968 en Madrid) era el entrenador del Club Atlético Pinto y ejercía su profesión ajeno a que casi una década después se convertiría en un héroe e ídolo del rayismo.

No encontrarás nada si pretendes buscar a Sandoval levantando alguna Liga o Champions durante su época como futbolista profesional. Tampoco verás ninguna imagen suya defendiendo el escudo de algún equipo de Primera División. De hecho, durante algunos años estuvo trabajando con su hermano como restaurador en el negocio familiar. Quizás por esto ha sabido entender tan bien lo que significa entrenar a un equipo como el Rayo Vallecano, humilde y cuya afición valora más el esfuerzo que el resultado.

Además del Atlético Pinto, ha dirigido al Humanes, a la A.D. Parla, a la Selección Autonómica de Madrid de categorías inferiores y al Getafe “B”, pero fue a su llegada al Rayo “B” en 2008 cuando comenzó a fraguarse la leyenda.

Pasito a pasito comenzó a caminar hasta llegar a una cima jamás vista por la afición franjirroja.

Era un 24 de mayo del año 2010 y el conjunto de Sandoval visitaba el Estadi de la Freixa Llarga para enfrentarse al L´Hospitalet en el partido de vuelta de la promoción de ascenso a la Segunda “B”. En la ida el resultado fue de 0-0 y todo estaba por decidir entre los dos campeones de sus respectivos grupos de Tercera.

El “Hospi” se puso por delante en el marcador, pero Borja García (ahora en el primer equipo) resolvió un barullo en el área para poner el 1-1 en el marcador con el que rubricó el ascenso a la división de bronce por primera vez en la historia del conjunto franjirrojo. Por cierto, lo consiguió en el minuto 95

Mientras esto ocurría en el “B”, la primera plantilla sufría por no descender a Segunda “B”, lo cual echaría por tierra el trabajo del segundo equipo rayista. Eran días difíciles tras la destitución de Pepe Mel meses antes y tras coger las riendas Felipe Miñambres, hasta entonces Director Técnico del club (Puesto que actualmente ocupa).

El Rayo se salva goleando 4-0 al Recreativo de Huelva en el Teresa Rivero en un día en el que los 14.000 rayistas que acudieron al estadio pidieron a gritos a José Ramón Sandoval como futuro inquilino del banquillo.
El pueblo habló y la directiva correspondió oficializando su fichaje pocos días después y presentándole en la sala de prensa con la camiseta franjirroja número 30 y su nombre estampado en ella.

Es ahora cuando quizás debería hablar de cómo ha hecho jugar al Rayo, de qué sistema a empleado, de los cambios, de la movilidad de los jugadores, de cómo defendía, cómo atacaba… Pero creo que Sandoval se ha ganado el corazón de los hinchas rayistas con otro tipo de actuaciones.

Era un 17 de febrero cuando aparecía la terrible noticia: “El Rayo se acogía a la Ley Concursal”.

Fue entonces cuando los jugadores, técnicos y empleados comenzaron una lucha en los despachos que continuaron en el campo de juego.
Todos ellos, con el apoyo incondicional de la afición, reclamaron sus derechos y por ello comenzaron a llegarles los golpes, algunos procedentes incluso de la propia directiva. Fue entonces cuando José Ramón apartó a todos, se puso en primera fila como escudo y defendió con orgullo a todas aquellas personas que tanto estaban trabajando para alcanzar el sueño. Por esta razón los impactos comenzaron a tenerle como principal objetivo aunque ahora fue él quien se vio respaldado por aquellos a los que protegió.

El resultado de todo este sufrimiento se vio recompensado con el ascenso a Primera logrado ante el Xerez en un estadio Teresa Rivero que no paró de corear su nombre. En la fiesta se puso la camiseta número 30 que le dieron el día de su presentación como recuerdo de aquel día tan importante y que significó un punto de inflexión en su vida y en la de muchos otros que aman al Rayo Vallecano.

Durante toda la temporada ha llevado en su muñeca numerosas pulseras a modo de amuletos, en sus manos un anillo y en el bolsillo de su chaqueta una estampita a la que no paraba de besar cada vez que comenzaba un partido o el Rayo lograba vencer.

Así es José Ramón Sandoval, un hombre humilde, trabajador, perseverante, defensor de los suyos, que prefería celebrar los triunfos con sus jugadores y la afición antes que ponerse delante de las cámaras, y sobre todo valiente, ya que no le tembló el pulso a la hora de afrontar el difícil reto de dirigir al Rayo en su campaña de debut en Segunda División, como tampoco dudará a la hora de enfrentarse al reto de Primera.

He aquí un hombre ejemplar.